¿Por qué hay cipreses entre las lápidas del cementerio?

La muerte es un proceso natural tan antiguo como la vida misma. Tan inmemorial casi como la tradición en las zonas mediterráneas de colocar cipreses en el camposanto, como pude comprobar recientemente en el cementerio de Albacete, tras contratar los servicios funerarios de La Nueva de Albacete. Como todo en esta vida, la razón no es aleatoria o casual. Sentado entre las lápidas, reparé en este hecho y, desde el tanatorio de Albacete, me ofrecieron una explicación con una lógica de peso, que, hasta ahora, se me escapaba.

El ciprés: el fiel compañero de las lápidas

Los cipreses son unos árboles altos y frondosos, de una tonalidad verde oscura y cuya hoja no caduca. Hasta ahí nada fuera de lo común. El hecho de que sean muy longevos y no requieran de cuidados especiales, puesto que se adaptan con facilidad a los cambios bruscos de temperatura, ya ofrece más pistas sobre la presencia en los cementerios de este tipo de árbol.

Hemos de remontarnos a los tiempos de los griegos y los romanos para encontrar los orígenes de los cipreses como elemento reconocible en ambientes funerarios. Ellos fueron los primeros que plantaron este árbol junto con las tumbas de sus seres queridos al relacionarlo con la muerte. Si nos fijamos en la mitología clásica, Cipariso, hijo de Télefo, encontraremos en su historia la presencia de cipreses. Apolo regaló a Cipariso uno de sus ciervos sagrados, consagrado a las ninfas, el cual se estableció como un fiel compañero del muchacho hasta que por error al intentar matar a otro ciervo, acabó con el. La aflicción de Cipariso fue tal que pidió a Apolo llorarlo eternamente, por lo que éste lo convirtió en ciprés, el denominado árbol de la tristeza. Un árbol que es símbolo de dolor, duelo y muerte.

Muchos creen que el ciprés se relaciona con la muerte por su forma puntiaguda que apunta al cielo, por sus raíces atadas al suelo y su hoja perenne como simil de la eternidad. Aunque, en realidad, su presencia en cementerios se explica mejor por su adaptabilidad al clima mediterráneo y su escasa necesidad de cuidados.

El árbol más utilizado en el Cementerio de Albacete

Pero las características que lo convierten en el ejemplar perfecto, como acompañamiento al descanso eterno, no acaban aquí. Al ser altos y plantarse en hileras junto a los muros, protegen el interior del recinto de las inclemencias del tiempo. También el hecho de que sus raíces crezcan en vertical supone una evidente ventaja respecto a otras especies arbóreas. Así se evita el riesgo de que se levante el pavimento. O sufran desperfectos tanto las lápidas como los ornamentos. También sirve como cortavientos.

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A partir de ahí, se ha creado una estrecha relación entre el ciprés y la muerte. Su hoja perenne es entendida como una metáfora de la vida eterna. Al igual que su estilizada figura y altura, como señales del camino que deben tomar las almas para alcanzar el cielo. Pero esta moneda tiene dos caras. El hecho de que las raíces crezcan en vertical también muestra el camino al inframundo.

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